martes, 9 de junio de 2009
"Todas las culturas expresan su imaginación: en lo sueños, las canciones, las fantasías, los mitos y los cuentos. Sin embargo, hoy son muchas más las personas, en muchos más lugares, las que imaginan "un conjunto más amplio de vidas posibles" de lo que nunca hicieron antes. Una fuente importante de este cambio son los medios de comunicación de masas, que representan una rica y siempre cambiante reserva de vidas posibles. Los Estados Unidos siguen siendo un centro de medios de comunicación, pero uno entre muchos.
Del mismo modelo que lo ha hecho la imprenta durante siglos, los medios electrónicos de comunicación de masas también pueden difundir, e incluso crear, identidades nacionales y étnicas. Al igual que la imprenta, la televisión y la radio pueden difundir las culturas de diferentes países dentro de sus propias fronteras, reforzando así la identidad cultural nacional.
Estudios transculturales sobre la televisión contradicen una creencia mantenida de forma etnocéntrtica por los norteamericanos respecto a cómo se ve la televisión en otros países. El error está en asumir que los programas norteamericanos triunfan de forma inevitable sobre los productos locales. Esto no sucede donde hay una competencia local atractiva. (...)
Los medios de comunicación de masas juegan también un papel clave en la preservación de las identidades étnica y nacional entre las personas que han llevado una vida trasnacional. Los musulmanes de habla arábiga, por ejemplo, incluidos los emigrantes, siguen en distintos países la cadena de televisión Al Jazeera, con base en Qatar".
viernes, 29 de mayo de 2009
Premios Sombra'09
Algunas reflexiones sobre el Product Placement 2
Cuando vemos repetidamente un producto en una serie de televisión, su envase, su forma y su logotipo se instalan en nuestra memoria de tal forma que después, cuando vamos al supermercado, estas marcas nos son más familiares, y, por tanto, es probable que las prefiramos a otras desconocidas. Además, si este producto nos recuerda momentos entrañables de la serie, o nos evocan virtudes y características positivas, es más que probable que los compremos, aunque sólo sea por la admiración que tenemos por el actor, al cariño que sentimos por el personaje o la sonrisa que nos deja cada semana el telefilme.
He trabajado durante varios años en una empresa que se dedicaba, además de publicar revistas, al product placement en películas españolas. Y es que este tipo de publicidad ha generado todo un conglomerado de intermediarios que se nutre de él. Mi antigua empresa se encargaba de, por una parte, “colocar” productos visibles en las escenas de las películas, y, por otra, convencer a las marcas, una vez la película ya estaba rodada, para que colaborasen en su financiación. No era una tarea sencilla. Y es que las marcas tenían muy bien estudiado el tipo de película y de escenas donde les gustaría aparecer, las tramas con las que se quiere relacionar y con las que no, el actor ideal para consumir su producto y el que jamás lo haría, etc. Se trata de una estrategia muy inteligente, estudiada y, según creo, efectiva.
Algunos de los productores con los que pude contactar defendían el product placement como una fuente de financiación muy buena para la industria audiovisual, especialmente para la española, que está en plena crisis. Según ellos, se trata de una forma no agresiva de comunicación comercial, que existe por una buena causa: permitir que nuestros directores puedan seguir contando historias. Sin embargo, no creo que sea la solución ni a la crisis del cine en general, ni a la de la industria cinematográfica española en particular. Las subvenciones, la calidad de las historias que se cuentan, y la educación serían vías mucho más razonables para llevar a los espectadores tanto a la pequeña como a la gran pantalla.
Más información en: Product Placement Blog
Algunas reflexiones sobre el Product Placement 1
La campaña de Bodybell apareció en varios medios de comunicación y escandalizó a varias asociaciones, aunque nunca llegó a retirarse. El día de su lanzamiento, se hizo una performance en plaza de Colón donde una mujer con su cuerpo pintado igual que una estatua, aparecía inmóvil con un cartel: "No seas invisible", es decir, lanzaba un mensaje claro y escandaloso: quien no destaca por su belleza pasa desapercibido. La campaña publicitaria iba acompañada de carteles, anuncios en prensa y cuñas publicitarias donde aparecían mensajes tan vergonzosos como éste: "Te quiero.... pero como amiga. No dejes que nadie vuelva a decirte esto", o como este: "Nadie tiene sueños eróticos con alguien muy simpático".
En fin, he elegido esta campaña porque me parece humillante y creo que muchos cosméticos utilizan estrategias similares, crean complejos, y pueden dejar huella en personas vulnerables como los adolescentes. Además de tener que aguantar que nos introduzcan en una competición por ser el más guapo y más perfecto, encima la mayoría de estos productos de belleza no han de someterse a exámenes clínicos para probar su eficacia, por lo que pueden funcionar... o no. ¡Vaya tomadura de pelo!